Todos hemos utilizado pinturas en el ámbito doméstico o laboral. Todos trabajamos y vivimos en espacios recubiertos de pinturas y barnices… la gran evolución de estos productos químicos ha venido impulsada por una expansión creciente de sector industrial y de la construcción a partir de mediados del siglo XX.

¿Cómo evoluciona la producción y la utilización de las pinturas?  El desarrollo económico y el consiguiente crecimiento demográfico durante la posguerra generaron una creciente demanda de este tipo de productos. Éstos, tenían que ser económicos, prácticos, rápidos y fáciles de aplicar. I lo fueron, pero sin tener en cuenta los perjuicios sobre la salud de las personas y del medio ambiente, ocasionados por el uso de sustancias nocivas en su formulación. Es a partir de los años 70 cuando empiezan a buscarse alternativas menos nocivas a las pinturas convencionales fabricando pinturas a base de sustancias de origen mineral y vegetal. Pero el impulso definitivo a esta tendencia fue la aparición en los años 90 de las certificaciones de compromiso medioambiental en la edificación como LEED®, BREEAM® y VERDE®.

¿Cuál es la composición de las pinturas? ¿En qué elementos podemos incidir para hacer que las pinturas sean más respetuosas con el entorno?

Los elementos más importantes en la composición de las pinturas son los pigmentos, los aglutinantes, los disolventes y los aditivos.

Los pigmentos son unas sustancias que aportan propiedades ópticas como la opacidad o el color. Actualmente para reducir el impacto sobre el medio ambiente se trabaja en minimizar el uso de los metales pesados (como el plomo, cadmio, cobalto o cromo) y del cloro en la elaboración química de los pigmentos. Así mismo, hay una creciente predisposición a utilizar pigmentos de origen vegetal y/o mineral en la producción de las “pinturas naturales”.

Los aglutinantes tienen como función unir los pigmentos y otras sustancias entre si proporcionando consistencia, elasticidad y resistencia. Una pintura respetuosa con la salud de las personas seria aquella que usa como aglutinantes sustancias como el látex natural, los aceites vegetales (linaza, soja), resinas o ceras naturales y caseína.

Los disolventes diluyen las partículas sólidas existentes en la pintura. Dan fluidez a la pintura, pero los utilizados en las pinturas convencionales, liberan sustancias volátiles tóxicas. Cabe mencionar que éste  elemento se encuentra en una proporción muy elevada en las pinturas. La progresiva sustitución de las sustancias base petróleo por agua y aceites de piel de cítricos, como disolvente, tendrá efectos positivos sobre la salud de las personas y el medio ambiente.

La función de los aditivos es modificar ciertas propiedades de la pintura o aportar otras nuevas. Serían los aditivos antiespumantes, fungicidas, secantes etc.

Como secante, se suelen utilizar combinaciones orgánicas metálicas. Son especialmente perjudiciales aquellas sustancias que contienen plomo o cobalto. En muchos casos el contenido en plomo se ha reducido o eliminado.

Los conservantes como los fungicidas o insecticidas, eliminan hongos, mohos y parásitos de la pintura. En este campo se van sustituyendo sustancias como los compuestos clorados, de mercurio…por sales bóricas u óxido de cinc, reduciendo significativamente la toxicidad de los desechos en la producción y en el uso de las pinturas.

Una pintura “sostenible” sería, por tanto, una pintura sin disolventes orgánicos volátiles tóxicos y que tuviera como como base aglutinante, aceites vegetales, sobre todo de lino, resinas naturales  o caseïna . A su vez los pigmentos no deberían contener metales pesados. Éstos se deberían haber extraído de tierras, óxidos de metales y otros productos de origen mineral o vegetal.

¿Qué beneficio aporta el consumo de pinturas “sostenibles”?

En primer lugar, no desprenden gases tóxicos, ni en su producción, ni en su aplicación. Éste es un punto a favor de la salud y seguridad del usuario y una mejora para el entorno. La fabricación de este tipo de pinturas debe respetar al máximo el medio ambiente, considerando tanto el consumo de materias primas como el reciclaje de los residuos y de los embalajes.

En general, estos productos, son más porosos, lo que permite la transpiración de las superficies tratadas. Al ser los acabados a poro abierto, también amortiguan el ruido y las vibraciones. Las superficies tratadas con estos productos no se cargan electroestáticamente, favoreciendo la limpieza y salubridad del entorno. Así mismo son productos que ofrecen un acabado poco brillante, respetando la estructura natural de la luz y evitando la reflexión.

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